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2013… Elecciones en la FADU y en la UBA
Los años de democracia han consolidado la masividad estudiantil en la UBA basada en el acceso irrestricto y una paulatina diversidad académica. La “década ganada 2003-13” además de la creación de 10 nuevas universidades nacionales, ha garantizado la condición de la enseñanza universitaria pública y gratuita, luego que en las décadas de los 80 y 90 sufriéramos las permanentes envestidas neoliberales intentando el ajuste, la reducción presupuestaria y el arancelamiento.
En este periodo, los sectores reformistas que gobernaron la FADU durante más de 20 años y aun hoy tiene el control estructural de la UBA, propulsaron y ejecutaron un proyecto acentuando el carácter de aislamiento del contexto y realidad nacional.
El quiebre de este proyecto se refleja básicamente a partir de la crisis del 2001, relacionado directamente con el fracaso de la gestión nacional de la “Alianza” (presidencia De la Rua) y el posterior e incipiente cambio de rumbo del proyecto político en nuestro país y en la región América del Sur.
Las consecuencias políticas en la UBA, dan como resultado inmediato la pérdida definitiva de “Franja Morada” en la mayoría estudiantil y las fisuras políticas que le produjeron a la UCR en los claustros de graduados y profesores, situación amainada y amortiguada por los manejos discrecionales de los concursos docentes y por ende de la incorporación de nuevos profesores a los padrones, en el marco de un Estatuto Universitario anacrónico diseñado con el solo objetivo de perpetuar en el poder a unos pocos.
En nuestra Facultad el último periodo de la gestión de Berardo Dujovne, marca este momento de quiebre en lo político. En marzo del 2005 asume Jaime Sorin como decano de la FADU, el denominador común será la búsqueda en generar las condiciones para ampliar la base de un nuevo esquema.
Es el momento de la llegada de las lista de “Encuentro” al gobierno de la facultad. Nutriendo todas las expectativas relegadas en muchos años y con una concepción en la construcción política a partir de la cual en la heterogeneidad se sumaba, se integraba, se potenciaba, se proyectaba…
Las diferencias entre sus integrantes en su fase inicial no eran obstáculo ni manifestaban una contradicción para conformar un camino distinto, fueron los momentos en los que se intentó marcar una referenciación política y académica distinta, una mayor participación de los distintos claustros, el desarrollo de políticas académicas activas que expresaran esta pluralidad, se lanzaba el “Foro Académico” con gran participación, se proponía iniciar una profunda discusión del Plan de Estudios, se propulsaba masivos concursos docentes, se formulaba una nueva estructuración administrativa, se concretaban gran cantidad de convenios de inserción externa para la FADU, se propiciaba una integración entre las distintas carreras más equitativa y democrática, son algunas de las líneas de acción más destacadas. No obstante la acentuada vocación de algunos en generar hegemonismos personales y la “miopía política” en una construcción colectiva derivó en una cadena de contradicciones en sí misma, conspirando con la realización de muchos de los puntos antes mencionados durante la gestión y lo que ha sido peor aún, derivó en una crisis que provoco una parálisis institucional durante el año 2009 en la cual durante 7 meses la FADU no pudo elegir nuevo decano y ni secretarios de gobierno.
Esta coyuntura que ha vivido la facultad o quizás mejor dicho el “cuarto piso” genero algunos realineamientos. En lugar de “Encuentro”, ahora redefinido y reagrupado como “Plural”, con su decano Eduardo Cajide en el ejercicio de articular y consolidar el carácter de un conglomerado de distintos grupos políticos que sostienen, en lo que hace a políticas nacionales y universitarias sustanciales contradicciones entre sí.
La mayoría de ellos más pendientes de preservar su cuota de cargos institucionales en el gobierno de la FADU que la de profundizar las políticas de gobierno y participación.
Podemos suponer que la continuidad de una gestión de este tipo, sin un cambio sustantivo en su composición, mantendrá las características de atomización de la actual de gestión, con la consecuente proyección de deterioro.
Nosotros entendemos que este año existe la gran oportunidad de materializar un programa más acorde y comprometido institucionalmente con la situación nacional y el momento histórico que vive nuestro país.
Queremos una FADU comprometida con nuestro presente de país, reconociéndose en su identidad histórica y nacional, posibilitando la generación de conocimientos académicos específicos que permitan articular un futuro distinto, insertando profesionales que sean parte de una realización colectiva.
Estamos en condiciones de proyectar la concreción de políticas y planes de acción concretos que sinteticen al conjunto de la FADU desde una inserción directa en el proyecto nacional.
Nos debe hacer reflexionar de cara a materializar una práctica efectiva y conducente de las resoluciones de los problemas de la FADU y la UBA en un ineludible compromiso de inserción en correlato con las actuales necesidades del nuestro país.
Por último es necesario convencernos que nuestra FADU no debe resignarse a ser mejor, implementando políticas diferentes a las actuales e instalando un compromiso para la construcción de una universidad nacional, popular, pública, gratuita y al servicio del Pueblo.