NUESTROS DOCUMENTOS
Nuestra Universidad de Buenos Aires aún hoy, permanece estancada y entumecida de la realidad de un país que la sustenta y la necesita.
En los últimos años a nivel nacional los gobiernos de los compañeros Néstor y Cristina Kirchner, han priorizado una política Cultural y Educativa distinta que tiene como eje una gran cantidad de medidas para lograr mejoras en todos sus aspectos específicos y integrales desde una concepción Nacional y Popular.
En cuanto a las Universidades es importante destacar que entre otras cosas… que se dio sanción al régimen jubilatorio del 82% móvil para docentes, se crearon 8 nuevas Universidades, se aumentó la inversión en más del 400%, se sancionó la Ley de Financiamiento Educativo, se aumentaron los Salarios Docentes en un 400%, se duplicaron los sueldos y el número de becarios del CONICET que ya superan los 5.500, se dispusieron de 30 mil “becas bicentenario” para que los hijos de los trabajadores, se invirtieron 200 millones en la creación de nuevas obras y en remodelación edilicia de universidades, se creó el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva y Financia que financia actualmente más de 2.000 proyectos, se implementamos la política de repatriación de científicos argentinos en el exterior que ya alcanzan a más 600 colegas…Esta es la misma visión y política con la que hace más de 60 años, en septiembre 1947, se creara nuestra “Facultad de Arquitectura y Urbanismo”, como parte y en correlato integral con un proyecto nacional productivo de país (Primer Plan Quinquenal), o también cuando el 22 de noviembre del 1949 por medio del Decreto del Poder Ejecutivo Nacional N° 29.337, Juan Domingo Perón, instalaba la gratuidad de la enseñanza universitaria pública con el objetivo de posibilitar el acceso a la educación universitaria al conjunto de la sociedad.
Como expresamos anteriormente, estos años el Estado Nacional además de haber mejorado significativamente el presupuesto educativo, ha garantizado la autonomía universitaria y la autarquía financiera de la UBA. En este caso particular, la UBA entendemos no solo, no ha realizado un uso eficiente y racional de dicho presupuesto, sino que ha instalando una falsa noción de comprender a la autonomía como sinónimo de aislamiento, alejándose del sentido esencial de la Universidad Pública que es orientar sus fines y objetivos a las necesidades de su pueblo.
Esta noción de “isla abstracta”, desligada del dar respuesta a los requerimientos de una sociedad que la sustenta y de las reales cuestiones de discusión académica y profesional en la Argentina de hoy, nos dan una situación de absoluta atomicidad y la triste expectativa de futuras frustraciones.
-
Es absolutamente obvio que el paradigma neoliberal tiene una importante responsabilidad sobre lo que hoy nos ocurre. Sin embargo, debe consignarse que éste se puso en marcha en la Argentina a partir de la dictadura militar, y que de los 34 años transcurridos desde aquel momento, 26 tienen que ver con el presente orden institucional, siendo entonces a la fecha una deuda de la Universidad con la sociedad no revertir esta estanqueidad y compartimentación.
-
Salvo experiencias aisladas y puntuales en estos años la UBA no ha tenido una política de extensión e integración significativa con el “afuera” ni una estructuración de los planes de estudios que considere una efectiva práctica e inserción profesional. En su “adentro” ha cristalizado un Estatuto Universitario anacrónico con el solo objetivo de perpetuar en el poder a unos pocos… A los de siempre… Regulando los llamados a concurso, para por ejemplo en nuestra Facultad de 35.000 estudiantes con 4.000 docentes, mantener a solo 160 profesores participando de un padrón que designa la mitad de los cargos electivos en la Consejo Directivo de la FADU.
-
Es clave incluir en esta discusión cuáles son las características de un orden institucional que ha convivido, convalidado, y ha resultado cómplice del proceso de deterioro que viene viviendo nuestra Universidad. Por ende, no es cierto que la crisis en la UBA y la FADU sean sola y exclusivamente económicas sino que también tiene un fuerte componente político institucional. Es bueno destacar este punto ya que los que intentan colocar el problema sólo en la cuestión económica, son los que por otro lado pretenden reponerle legitimidad a las prácticas tradicionales del actual esquema político. Prácticas, que como todos sabemos, son funcionales a las estrategias que dicen denunciar.
Esta burocracia política instalada hoy en el Rectorado de la UBA, recapitulada fundamentalmente en la agrupación Reforma, no son solo criticables desde su añejamiento nominal, sino lo que es aún peor, que es la reproducción de las prácticas políticas de quienes sus ancestros enfrentaban.
-
Se trata también, de discutir dos pilares fundamentales que hacen a la razón de ser y a la esencia misma de la Universidad. El primero, es el de volver a entender el conocimiento como instrumento de las sociedades para alcanzar su pleno desarrollo y para concretar sus procesos de liberación nacional y social. En este sentido, democratizar el conocimiento implica que se incorporen a la universidad pública sectores sociales hoy postergados de la misma, terminando con la contradicción masividad – excelencia académica (de la cantidad sale la calidad, cuantos más estudiantes tengamos, más posibilidades de tener más y mejores graduados); y debemos rediscutir los contenidos curriculares y planes de estudios para que se adecuen a las necesidades y al proyecto de país que se está construyendo. El segundo elemento, es un cambio profundo en el Estatuto Universitario, que logre democratizar más la representación de cada claustro e incorporación institucionalizada y con voto del claustro no docente, también es necesario democratizar los cargos docentes, con los sistemas y frecuencias de los llamados a concurso y sin tergiversar la figura de los concursos docente y estabilidades en los cargos, así como el nuevo Estatuto Universitario debiese incorporar entre otras cosas, que el voto a Decanos y Consejeros Superiores fuese en forma directa, naturalmente con los niveles de proporcionalidad que se acuerden por claustro.
Pretendemos que la Universidad Pública, a la par de profundizar su rol de producción crítica del conocimiento mediante la investigación con excelencia académica y la formación de profesionales idóneos, sea un ámbito en la que nuestros jóvenes encuentren la orientación y la motivación para el desarrollo de la creatividad, la participación que les permita insertarse en la vida social y cultural en forma activa y el compromiso para impulsar sus tareas en la resolución de los problemas que aún nos aquejan, principalmente, aquellos referidos a la justicia social en la distribución del ingreso, la recuperación y crecimiento de la industria nacional y los recursos naturales, promoviendo un modelo de desarrollo sustentable y acorde a los intereses de las mayorías. Resulta prioritario que la universidad aporte con sus herramientas a combatir los altos niveles de pobreza y de población socialmente excluida existentes en la Argentina, así como involucrarse en la reconstrucción de la economía, el desarrollo científico-tecnológico y los lazos sociales. Estas cuestiones requieren un particular énfasis en la definición de políticas universitarias activas por parte del Estado para los próximos años. Una de ellas es hacer efectivo el compromiso de asumir a las universidades nacionales como los organismos consultores prioritarios para el desarrollo del proyecto nacional y latinoamericano en todas sus dimensiones. Para que nuestra Universidad se inserte en la sociedad de la que se nutre y la sostiene, debe cohesionar con ella, reconociendo que tiene un deber que cumplir garantizando el derecho a la educación permanente para formar profesionales cabales, con pensamiento crítico y compromiso social, orientados en el respeto y promoción de los derechos humanos y el cuidado de nuestro hábitat.
Queremos una Universidad comprometida con nuestro presente de país, reconociéndose en su identidad histórica y nacional, posibilitando la generación de conocimientos académicos específicos que permitan articular un futuro distinto, insertando profesionales que sean parte de una realización colectiva. Nos debe hacer reflexionar de cara a materializar una práctica efectiva y conducente de las resoluciones de los problemas de la UBA y un ineludible compromiso de inserción y correlato con las actuales necesidades del nuestro país.
Por último no podemos estar indiferentes de todas estas situaciones, es necesario demostrar que nuestra Universidad no debe resignarse a ser mejor y que puede implementar políticas diferentes a las actuales y que instalen un compromiso para la construcción de una Universidad nacional, popular, pública, gratuita y al servicio del Pueblo.