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La Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene hoy una mala administración y una peor gestión de gobierno.
En lo administrativo gubernamental está claramente expuesto en las subejecuciones de las partidas y presupuestos anuales dando como resultado el deteriorado estado de las instalaciones municipales, hospitales, escuelas y demás dependencias, así como la falta de nuevas edificaciones de carácter público vinculadas a salud, educación, cultura, vivienda...
El gobierno de Macri no ha construido nada.
Bajo una lógica gerencial, los recursos públicos han sido diseminados en obras puntuales y aisladas, en muchos casos absolutamente innecesarias. Ejemplos como la bicisenda, el cambio de sentido en calles y la doble mano en las avenidas exhiben superficialidad e ineficiencia a la hora de dar solución a los problemas concretos.
El gobierno del PRO no ha gestionado, porque no ha implementado planes ni articulado políticas urbanas que permitiesen lograr objetivos tangibles, reales y necesarios para mejorar la calidad de vida de la Ciudad.
La única dimensión de una política urbana seria y transformadora es ineludiblemente desde una escala metropolitana: no se puede pensar o dirigir a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a una condición de aislamiento de su entorno; no se puede dar solución definitiva a los problemas sociales, de salud, de educación, de tránsito y seguridad sino desde una visión estratégica y de escala metropolitana de la cual la Ciudad es parte.
El PRO se dedicó en estos cuatro años a hacer política para quienes “pertenecen” en lo social, en lo económico y lo territorial, imponiendo y agudizando la noción de incluidos y marginales en el aspecto humano y territorial, generando enfrentamientos, represión y xenofobia como en los hechos del “Parque Indoamericano”. Prueba constante de esto es el deterioro y la falta de inversión en la zona Sur de la Ciudad y los gastos efímeros e innecesarios en la zona norte.
Entendemos que esto, además de exhibir una insoslayable falta de vocación e idoneidad para administrar, es consecuencia de la posición ideológica reaccionaria y antipopular del oficialismo porteño y sus adherentes. La mejor y más reciente demostración de lo expuesto es, sin dudas, el penoso desempeño de la promocionada “Policía Metropolitana”, que, dejando de lado los nefastos episodios de “espionaje interno y escuchas” y su lamentable participación en los sucesos del Indoamericano, no ha podido hacerse cargo siquiera de la seguridad de los edificios municipales.
Hemos venido escuchando en forma permanente durante estos años que todos y cada uno de los errores son obra o responsabilidad de terceros... del Gobierno Nacional… de la Provincia de Bs. As.… de los países limítrofes…
Seamos claros: la Ciudad de Buenos Aires no tiene problemas de presupuesto ni de recaudación; es el distrito más rico de un país en desarrollo, siendo que el Cálculo de Recursos de la Administración del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ronda los $ 23.700.000.000,00 anuales. Las dificultades son de quienes la administran y de las políticas que tramitan.
La Ciudad que Queremos…
Nosotros entendemos que toda política de estrategia urbana en la Ciudad de Buenos Aires, para ser exitosa, debe abordase desde una escala metropolitana y regional, entendiendo los aspectos interjurisdiccionales involucrados, y en el marco de una política urbana inclusiva en lo social, de consenso en lo político, y de desarrollo en lo económico, en consonancia con la nueva realidad de nuestro país.
¿Como podría la Ciudad resolver unilateralmente temas como la recuperación y saneamiento del Riachuelo, o la red de transporte intermodal, o la pertenencia del Puerto de Buenos Aires, o el manejo de la costa del Río de la Plata, o la deposición y manejo de la basura y la correspondiente política de sustento ambiental? Entonces, abordar estos temas, entre otros, implica necesariamente participar y generar los ámbitos de interacción para resolverlos, como la conformación efectiva de un Consejo Metropolitano de la Ciudad de Buenos Aires. (CABA+AMBA)
En cuanto a lo especifico interno, es importante avanzar con la descentralización administrativa y el desarrollo de las comunas, a fin de obtener mayor representatividad y participación democrática en los mecanismos decisorios, promoviendo una solución más efectiva a las problemáticas específicamente barriales.
El desequilibrio Norte-Sur sigue siendo el peor diagnóstico de la Ciudad. El área Sur debe ser un objetivo prioritario de la próxima gestión de gobierno. Hay que revertir la ineficacia de la actual administración al respecto. La Corporación del Sur no solo no alcanza como herramienta, sino que además deberá ser rediseñada. Debe ser política de Estado la construcción de viviendas sociales, centros de salud, escuelas y equipamiento urbano en el Sur de la Ciudad. Sin desatender la calidad y escala del espacio público, realizando las inversiones necesarias en sus parques y plazas, así como en sus calles y avenidas.
La Ciudad de Buenos Aires no puede aislarse ni ser ajena del cambio estructural que tiene lugar a nivel nacional y regional, y que ha producido importantes avances en lo social, económico, cultural y derechos humanos.
Este distrito debe librarse de las políticas neoliberales que nos han hundido en la peor crisis de nuestra historia, y abrazar el Proyecto que nos permite recuperar las políticas nacionales y populares desde el 2003 y hoy sintetiza el gobierno de la compañera Cristina.
En las próximas elecciones a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de Autónoma de Buenos Aires, los porteños no podemos ser indiferentes a todas estas situaciones; es necesario expresar que nuestra Ciudad no se resigna a la pésima administración PRO y que puede implementar políticas inclusivas y para todos en paralelo con la Nación.
Desde nuestro lugar e identidad política trabajaremos para la construcción de una Ciudad de Buenos Aires distinta, que esté estrechamente vinculada con el país en el que está inserta y generando desde la FADU el aporte de una universidad nacional y popular, pública, gratuita y al servicio del Pueblo.